Debido a la nubosidad presentada el 12 de febrero tuve que regresar el 14 de febrero para constatar la salida del Sol sobre el pecho del Iztaccíhuatl. Aunque el Sol ya se había movido unos grados al norte, aún logré percibirlo sobre la cima del Iztaccíhuatl. En este cuadro se puede ver cómo están los campos de cultivo aferrándose a no desaparecer entre la expansión urbana. El humo de los campos es un indicio de la quema del rastrojo para fertilizar la tierra y así comenzar a trabajarla los pocos campesinos que se rigen bajo este calendario ancestral.