Josefa Sanromán

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Narrado por Jorge Obregón

Narrado por Jorge Obregón

Este fastuoso bodegón de Josefa Sanromán (Santa María de los Lagos, Jalisco, 1829 - Ciudad de México, 1889), una de las pintoras mexicanas más relevantes del s. XIX, condensa inigualablemente la noción de abundancia que tan presente estuvo en las naturalezas muertas del romanticismo decimonónico, especialmente en aquellas influenciadas por el retorno del rococó. 

Sanromán colma de calidades y texturas este lienzo en el que las flores desbordan el jarrón de jardín francés que las alberga, al igual que las frutas exceden los límites de la cesta, extendiéndose por la composición en señal de opulencia. La flor protagonista es la rosa, que se encuentra no sólo en el jarrón sino también en el rosal que aparece a media distancia en el lateral izquierdo indicando la existencia de un jardín más allá de nuestra vista del que probablemente proceden también las rosas que la artista ha dejado caer enigmáticamente sobre el borde de la mesa. 

Otro misterio se encuentra también en el plato con higos que Sanromán muestra apartado del resto de las frutas. El higo es una fruta que alude tradicionalmente en la pintura de bodegón tanto a la fertilidad como a la lujuria y al pecado. 

Una flor que aparece una única vez, aunque con presencia destacada, es la dalia, que se muestra junto a las rosas en el jarrón compitiendo en vistosidad con ellas. En esta pintura, la dalia alude al carácter mexicano del bodegón, ya que se trata de una flor con tradición prehispánica que fue disfrutada por Nezahualcóyotl en los jardines de Tezcutzingo y por Moctezuma en los de Oaxtepec. Formaba parte de las ofrendas a Huitzilopochtli —dios de la guerra y el sol— siendo conocida en náhuatl como kowanenepilli, lengua de serpiente, por sus pétalos terminados en punta.

Algunos otros indicios relevantes hacen de esta pintura de la Colección Kaluz un ejemplo destacado de la práctica del bodegón fuera del predominio de las escuelas europeas: la presencia de frutas pertenecientes a diferentes momentos del año refiere al clima propio de zonas tropicales y templadas y la presencia del mango apunta claramente a su procedencia americana al sumarse a la caja de laca china, objeto introducido en la burguesía y clases altas mexicanas gracias al comercio entre Asia y México a través del Galeón de Manila o Nao de China.

Por otro lado, la presencia del cielo y las montañas en la lejanía sitúan la escena al aire libre —algo infrecuente en las pinturas de bodegón y naturaleza muerta que se desarrollan habitualmente en interiores— y son una señal premeditada de Sanromán para mostrar su capacidad y destreza en el género del paisaje. 

Como le sucedió a todas las mujeres artistas mexicanas de la época, a Sanromán se le negó el acceso a la Academia de San Carlos y, por tanto, la posibilidad de desempeñarse artísticamente en los considerados géneros mayores de la pintura. No obstante, su pertenencia a la clase burguesa le procuró las enseñanzas particulares de Pelegrín Clavé, el afamado pintor español que en aquel tiempo se encontraba en México reorganizando la Academia de San Carlos y que contó con Josefa Sanromán, y con su hermana Juliana, como distinguidas discípulas. Ambas expusieron sus pinturas en el Salón de obras remitidas de la Academia de San Carlos y fueron conocidas por la crítica. 

La producción de Josefa Sanromán se extiende a una diversidad de géneros: pintura religiosa, retrato, pintura costumbrista, vistas de interiores y naturalezas muertas como esta perteneciente a la Colección Kaluz, obras todas ellas que le han conferido un lugar en la historia del arte mexicano por derecho propio.

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